Pg. 413-414

–Queridos amigos, por fin nos reencontramos y, como podéis ver, esta vez estáis en mis manos. Me cuidaré bien de que sea la última para no volver a repetir esta historia jamás –dijo dirigiéndose a los tres para seguir hablándome a mí–. Esta vez no te has preparado para recordar tú misión en la próxima vida, o sea que este va a ser el fin del asunto.

No le contesté. Me sorprendió que Nogaret supiera que no me había preparado por si algo fallaba en esta vida. Me quedé muy atento a cualquier señal que pudiera recibir, sin saber de dónde, esperando  encontrar una salida a tan dramática situación.

Nogaret prosiguió con su oratoria de triunfo.

–Como imagino que ninguno de vosotros me dirá el contenido de los mensajes, ni siquiera voy a perder el tiempo preguntando.

–Efectivamente –contesté con absoluta seguridad–, aunque tu bien sabes el contenido de la mayoría de ellos.

La sonrisa del ego de Nogaret se vislumbró en sus labios mientras una voz se abría camino en mi interior, diciendo:

“Estamos llegando al final. Si el presente es así es porque es la única forma de acabar con esta situación, pero ten en cuenta que es un final de jaque mate para los dos. Tienes que mover las fichas clave para ganar la contienda; si no lo haces, todo el trabajo de tantos siglos y la muerte de tantos inocentes serán en vano. Muévete desde el presente y con el corazón. Recuerda que el amor más elevado es el que te permite amar a tus enemigos”.

De pronto, mi cara se transfiguró, me concentré en esta enseñanza y todo mi cuerpo empezó a desprender una energía amorosa muy especial.

Los ojos de Nogaret captaron este cambio que lo dejó paralizado, sintiendo que ocurría algo que él no controlaba.

Me di cuenta del efecto que le causaba mi energía amorosa y seguí hasta que esta inundó la estancia, acompañándola con unas palabras templadas, armonizadas con la frecuencia de mi energía.

–Nogaret, tú crees que estas defendiendo a la Iglesia, y lo que estás haciendo es hundirla todavía más en la oscuridad, bien sea con tus acciones del pasado dentro de la Santa Inquisición o las del presente escondiendo tus intereses personales dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

»Cuanto más apartéis al pueblo del conocimiento, más os culpará de ello y más se apartará de esta Iglesia que pretendéis sea la de Cristo. Tú bien sabes que Él nunca hubiera matado, ni hubiese permitido que nadie lo hiciera en su nombre. ¡Luego, si Él no lo haría! ¿En nombre de quién matáis? ¿No te das cuenta que cuanto más os apartáis de la verdad, más os apartáis de Dios?

»Quizá se haya colado dentro de la Iglesia algún ego de poder o alguna poderosa y oscura energía que tu bien conoces. Algo que la está corrompiendo, involucrando en ello a todas las personas de buena fe que hay o ha habido dentro de ella. Actuando así, también corrompéis las enseñanzas de Jesús, que la gente ya no escucha porque ha dejado de confiar en la Iglesia».

– ¡Basta ya! –gritó Nogaret que se había percatado que estaba trabajando con unas energías que él desconocía y que le paralizaban–. Te has vuelto muy listo desde la última vez, no sé qué estás moviendo pero a mí no me engañarás. Puede que mi alma haya cometido actos no muy correctos y no me importa ir a los infiernos sin con ello consigo defender los intereses de la Iglesia.

Nogaret estaba reconociendo parte de sus malos actos, no podía detenerme ahora, así que repliqué:

–Dios no necesita que nadie le defienda, Él se protege a sí mismo. Dios solo necesita que le encuentren, y el camino no es desde la imposición ni desde el poder, sino desde el Amor, la Verdad y la Humildad.

Me di cuenta que estaba fustigando el ser de Nogaret y que éste se estaba irritando, apartándose del presente. Sabía muy bien que desde la mente no podría convencerle porque allí residía su fuerza y su poderoso ego.

Mis dos camaradas guardaban silencio, sabían que esta batalla era entre los dos.

En ese preciso momento algo me paralizó, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. De los ojos y la boca de Nogaret Surgía una densa energía, desagradable y oscura con forma de ente. Miré a mis aliados, pero no se estaban dando cuenta, quizás solo yo podía verlo desde mi estado de presencia.

De pronto noté como esta energía se acercaba a mi campo áurico, una sensación muy desagradable me estremeció, llevándome a la mente y debilitando mi campo energético.

¿Qué estaba pasando? Nogaret me miraba con deleite. Estaba transfigurado, su cara tenía la misma forma diablesca que la energía que emergía de él.

Novela autobiográfica.
462 páginas.
ISBN: 978-84-614-8278-8
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